¿Qué es moralmente correcto o incorrecto? ¿Cómo se aplican estos estándares en las instituciones, las organizaciones y el comportamiento en los negocios? Éstas y muchas más son algunas de las preguntas que surgen en la mente de los empresarios que buscan aplicar la ética de manera efectiva, con el objetivo de alcanzar mayor confiabilidad. Utilizada por muchos, pero comprendida cabalmente por pocos, el concepto de ética se ha desarrollado y aplicado en muchas situaciones, pero, ¿qué es realmente? Tristán Rodríguez Loredo, Coordinador Ejecutivo de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) y Luis Ibarra García, Profesor emérito en “Dimensión Ética de la Publicidad” en la maestría de la USAL, hablaron con Multitaskers y contaron qué relevancia tiene la adquisición de los empresarios.
“La ética empresarial es una especie de algo más genérico que es la ética profesional. Está guiada por valores que orientan nuestra conducta en el rol de empresarios: qué debemos hacer y qué debemos evitar”, inicia el Coordinador de ACDE, que aclara que la ética es “una sola, pero adapta distintos formatos según su especificidad”. Por otro lado, el también profesor de Ética y Deontología en la Licenciatura en Comunicación Publicitaria e Institucional de la UCA, remarca y coincide en conversación con Multitaskers, que la ética es “la moral prevaleciente en una sociedad, referida a las obligaciones y el deber de cada uno, es una sola y los adjetivos que la califican sólo se refieren a los ámbitos en que se aplica”.
Según el reporte de competitividad global del Foro Económico Mundial Argentina, promedia 3 puntos sobre 7 posibles, es decir uno de los peores en materia de ética corporativa.
Una vez entendido el concepto es importante determinar y discernir con otro término muy aplicado en las compañías, que es la responsabilidad social empresarial. Para Ibarra García, por ejemplo, son “las dos caras de una misma moneda” ya que “la ética define la conducta de una empresa, es decir del empresario y su responsabilidad en la sociedad de la que forma parte y en la que se desenvuelve, en todos y en cada uno de sus actos, condición necesaria para hablar del buen gobierno de una empresa cualquiera sea su magnitud”. En concordancia, Rodríguez Loredo afirma que la responsabilidad social empresarial "es una faceta de la ética empresarial” y explica que en realidad, “no es la única”, porque por ejemplo, se encuentra otras como “la responsabilidad cívica empresarial y también aspectos éticos que tienen que ver con las responsabilidades con sus empleados o clientes, pero que no necesariamente es la RSE. En esto, los límites son difusos pero la conciencia es una sola”.
Las empresas comienzan a desarrollarla y buscan, a través de su aplicación, confianza y prestigio que aumente los frutos de la empresa y evitar, ante todo, la corrupción. Según un reporte de competitividad global 2014-2015 del Foro Económico Mundial que solicita a los hombres de negocios y les pregunta qué puntaje le ponen a la ética corporativa vigente en sus países, Argentina promedia 3 puntos sobre 7 posibles, es decir uno de los peores en materia de ética corporativa. Ante esto, para alcanzar transparencia, las pymes actúan: “La clave para gestionarla es entender que la responsabilidad es primeramente del directivo y que va bajando en la empresa más por el testimonio que por lo que se predica”, sostiene Rodríguez Loredo, que afirma que las empresas “no es que deberían implementarlo como una obligación, sino más bien como una exigencia en el camino de ser mejores personas en todo sentido, sin presentar fisuras entre nuestras vida personal, familiar, comunitaria y empresaria”. En el caso del académico, destaca que lo que no es una cuestión de gestión ni de implementación sino de “convicción de los responsables de la empresa - los dueños y quienes la dirigen - que debe ser predicada con el ejemplo en todos los niveles de la organización”.
Los tamaños pueden ser diferentes, pero la ética es la misma. La dimensión de las empresas poco importa a la hora de desarrollar algo tan importante como la ética empresarial. Así parece entenderlo el ejecutivo de ACDE, que sostiene que “hay cosas que son compartidas y otras que se diferencia según sea el tamaño o la posición en el mercado, pero la ética termina siendo una potestad de las personas y las personas no son grandes o pymes. Son personas y punto”. Bajo la misma lógica, Ibarra García señala que cualquiera sea la magnitud de la empresa, “es necesario y conveniente poner en blanco y negro los principios y valores que la guían (respeto a la norma legales, respeto al consumidor, a la competencia y a la sociedad) y difundirlos a través de toda la organización”. Por otro lado, dice que hay dos aspectos a tener en cuenta que marcan las diferencias. “Una es la magnitud y complejidad de las organizaciones que, en el caso de las grandes empresas, requiere un mayor cuidado para evitar la dilución de las responsabilidades. El otro es la mayor vulnerabilidad de las pequeñas y medianas empresas para afrontar las dificultades del mercado en el que se desenvuelven y la necesidad de sobrevivir a las crisis cíclicas que lo afectan. Claro está que la situación no es necesariamente la misma en los distintos rubros”.
Tener presente la ética no solo es muy importante y beneficiario para el empresario sino que también para la compañía: “Actuar éticamente define al buen empresario y el buen gobierno de una empresa. Es lo que define a una empresa ética y socialmente responsable”, afirma Ibarra Garcia, que además asegura que no es una cuestión de aplicación ni de conveniencia sino de "convicción", pero que sin duda “hace al buen nombre de la empresa en la sociedad, lo que naturalmente agrega valor a la misma”. Bajo la misma línea, el ejecutivo de ACDE, cuenta que los grandes beneficios llegan a partir de un círculo virtuoso: “No hacemos las cosas bien porque nos beneficiemos económicamente, aunque a veces las cosas buenas atraen a otras buenas: generan confianza, el prestigio gana sustento y se amplía el horizonte. Muchos querrán trabajar allí por esas razones y no sólo por querer ganar mucha plata. Todo eso va generando un círculo virtuoso”.
"Uno de los mayores problemas de la falta de ética es la pérdida de credibilidad; esto afecta a las ventas."
Son grandes los dolores de cabeza que puede llegar a provocar la ausencia de la ética corporativa. Entre ellos se encuentra la fuerte pérdida de confianza y credibilidad. Para Rodríguez Loredo, hablando de las empresas “indudablemente generará un clima de desconfianza interno que terminará creando conflictos entre sus directivos. Ahuyentarán inversores de calidad y empleados que quieran hacer carrera en el largo plazo. También deberán invertir muchos recursos en publicidad y marketing para compensar lo que grita la realidad...y que tarde o temprano sale a la luz”. Por otra parte, añade que es casi imposible encontrar a una organización que “no tenga ética”, ya que todas “tienen valores y una ética en torno a ellos pero la cuestión es entender cuál es esa escala de valores y darles entidad”. En concordancia con el ejecutivo de ACDE, el profesor de la USAL, detecta que uno de los mayores problemas es “la pérdida de credibilidad y consiguientemente de la confianza de sus clientes reales o potenciales y del resto de sus públicos y de la sociedad en general, caídas en las ventas y en la participación en el mercado, incluyendo en ciertos casos - cuando se traspone el delgado límite entre lo ético y lo legal - sanciones de las autoridades de control”.
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