A veces, el mejor talento ya conoce tu negocio desde adentro: es ese cliente fiel que ama tu producto, comparte tus valores y sabe exactamente qué hace a una gran experiencia de consumo. Cada vez más pymes encuentran en sus propios clientes a los empleados ideales.
Morgan Spenla, fundadora de The Crafter’s Box, una suscripción mensual de talleres creativos con materiales y clases guiadas por artistas, lo vivió de primera mano:
“Formar un equipo que ame el producto y los valores de la empresa es un regalo para cualquier pyme. Incorporar clientes como empleados nos ayuda a mejorar y crecer.”
Aunque publican sus búsquedas en canales tradicionales como LinkedIn, muchos suscriptores apasionados se postulan de manera espontánea. Por eso, en The Crafter’s Box conservan esos CVs, sabiendo que pueden ser un recurso valioso.
Un ejemplo claro es Jacqueline Do, quien compró un taller premium de tejido como cliente y, tiempo después, fue contratada como responsable de redes sociales. Con el tiempo, incluso lideró su propio taller de tejido circular, que fue un éxito entre los usuarios.
“Ser clienta cambió completamente mi forma de ver los talleres. Sabía que era clave enfocarse en lo básico para evitar frustraciones y mejorar la experiencia general”, cuenta Do.
Además, estos perfiles contagian su entusiasmo al resto del equipo, aportan ideas desde la mirada del usuario y ayudan a cubrir puntos ciegos del negocio.
Jamie Mathy, dueño de Red Raccoon Games, una de las tiendas de juegos de mesa más grandes de Illinois, comenzó como cliente habitual. Mientras dirigía una empresa de tecnología, visitaba el local para despejarse. Conectó con el anterior dueño, y empezó a sugerir mejoras para la web, redes y branding.
Un día, recibió una propuesta inesperada: “¿Por qué no comprás la tienda y la llevás al siguiente nivel?”. Y así lo hizo. Ocho años después, transformó el negocio: lo renombró, rediseñó la imagen del local y amplió su propuesta.
Mathy quería atraer a un público más diverso. Reclutó a clientas habituales que ya tenían buena relación con el staff y con otros compradores. El resultado: un ambiente más inclusivo, seguro y familiar, que atrajo a nuevas generaciones.
“Hoy vendemos productos que nunca hubiera imaginado traer, como peluches o indumentaria. Pero funcionan porque acompañan el cambio en nuestra comunidad”, dice.
La tienda creció tanto que están construyendo un nuevo espacio con un café operado por otro emprendedor local.
“Reclutamos gente que ama nuestro hobby. Cuanto más saben, mejores conversaciones tienen con los clientes.”
Clientes convertidos en empleados no solo conocen tus productos, también los defienden con convicción y quieren que el negocio crezca. Para muchas pymes, esa combinación de experiencia, pasión y compromiso puede ser la clave para construir un equipo más sólido y conectado con su propósito.