Las nuevas camadas de emprendedores, los Millennials, están marcando una transformación importante respecto a sus antecesores, tanto que incluso los inspiran y obligan a adecuarse. Es un cambio de prioridades y un pensamiento crítico con lo que sucede a su alrededor. Tal vez,por eso, es que cada vez son más los ejemplos de emprendedores de entre los 20 y 30 años que apuestan por negocios que no sólo se focalicen en el dinero sino que también tengan otros propósitos más relevantes, como reducir el impacto de la contaminación en la tierra, colaborar con la inclusión social de quienes más los necesitan o cuidar la salud de la población, entre otros.
Multitaskers, el sitio de American Express para las Pymes, habló con dos exponentes de esta tendencia, dos casos modelo que representan a la perfección este tipo de compañías. Una de ellas es Meraki, que fabrica cepillos de dientes de bambú. Su objetivo es ofrecer productos sustentables, ecológicos, con materiales que disminuyan el impacto de las personas sobre el medioambiente y cuya finalidad y visión a largo plazo sea generar hábitos de consumos sustentables en sus consumidores y población.
Francisco Mirabella, creador de la empresa, comenta que la idea surge a partir de “una iniciativa de tratar de reducir el consumo de plásticos, sabiendo que los reciclajes son alternativas, pero no solucionan la cuestión”. Buscando opciones de productos para poder empezar a generar ese cambio, se cruzó con los cepillos de dientes de bambú de unas empresas que estaban en Australia. Quedó encantado con la idea y a partir de allí decidió involucrarse en el asunto.
Otro ejemplo concreto es Xinca, que es una empresa dedicada a la fabricación de calzados con neumáticos reciclados a la que Alejandro Malgor define como un negocio con amigos que comulgan con los mismos valores. Lo considera como algo fundamental, sobre todo porque muchas veces van en contra de la lógica de las empresas o emprendimientos, que buscan principalmente socios que aporten valores económicos o profesionales y no valores morales- emocionales. La idea no fue sólo generar dinero, como cualquier otra compañía.
Asimismo, relata que durante mucho tiempo sobrellevaron sus vidas laborales y preocupaciones por lo ambiental y lo social de manera aislada. Trabajaban y paralelamente se reunían para poner energías en actividades sociales. Creían, de manera errónea, que uno tenía un rol cuando trabajaba – impulsado por los resultados económicos- y otro distinto cuando quería ocuparse de los demás - de los necesitados, del planeta-.
Algo que “nos preocupa mucho es la cantidad de basura que generamos”, enfatiza Alejandro Malgor agregando que un argentino desecha un kilo de basura por día. Puntualmente descubrieron el problema de los neumáticos fuera de uso. En Argentina, se desechan por año más de cien mil toneladas de neumáticos. “Esto representa una gran amenaza en términos de contaminación en nuestro país y muchos países del mundo”, señala. Las razones por las cuales son considerados un problema son varias y serias, debido a que hasta el momento los neumáticos en desuso eran enterrados y con frecuencia incinerados, provocando daños en el ambiente y la salud. En concordancia con lo anterior, desde Meraki resaltan que la clave está en rediseñar los productos desde los materiales para facilitar el cambio y así evitar los desechos.
Además, en Xinca encontraron otras problemáticas como los son los retazos textiles. La moda es la segunda industria más contaminante luego del petróleo. “Muchas marcas de ropa no saben qué hacer con los desperdicios y en muchos casos van a parar a la basura”, señala Alejandro. Acto seguido, empezaron a analizar de qué forma podían colaborar a solucionar este inconveniente y se percataron de que estos desechos podían transformarse en materia prima. “Hoy producimos calzados incorporando la mayor cantidad de residuos posibles, logrando una menor carga ambiental que el calzado tradicional”.
Francisco Mirabella, de Meraki, admite que en las nuevas generaciones existe una mayor consciencia acerca del cuidado del medioambiente. Es el propio Estado quien emite mensajes reflexivos sobre la temática en distintas partes de nuestro país y también hay muchas fechas icónicas que ayudan a generar consciencia. “Es un tema que está en boca de todos. Ahora hay más comunicación a través de las redes sociales”, explica.
En Xinca, les llamó la atención lo frágiles que son las organizaciones sociales en la Argentina, ya que dependen de la ayuda de particulares o del Estado, y muchas se mueren en el tiempo a pesar de tener fines muy nobles. Todo cambió cuando descubrieron un nuevo concepto de empresas: las denominadas De Impacto, Sociales, Empresas B; que están pensadas para generar cambios sociales, ambientales y utilizan la rentabilidad como un medio, no un fin, para dar respuestas a los problemas de este tipo. Hacen foco en ser agentes de cambios y no sólo buscan resultados económicos. “Ese concepto nos rompió la cabeza”, admiten.
Las zapatillas son producidas por internos de las Prisión San Felipe más dos personas que recuperaron su libertad. Cuentan que el objetivo pasa por darles herramientas para que cuando salgan tomen mejores decisiones. “Muchos de ellos, con infancias rotas, son hijos de padres abandónicos o han sufrido abusos. No han aprendido la cultura del esfuerzo”. La intención es trabajar con todos aquellos internos que tengan ganas de hacer un cambio en su vida y acompañar esa decisión, al mismo tiempo que reducir las tasas de reincidencia y combatir la inseguridad. También trabajan con mujeres que viven en zonas rurales, que por estar lejos de las zonas de trabajo se les dificulta conseguir un empleo formal. “Darles esta oportunidad significa que puedan seguir cuidando a su familia y asumir responsabilidades. Buscamos empoderarlas y fomentar un modelo sostenible de inclusión laboral para mujeres”, finaliza.