El clásico vuelve a convertirse en tendencia. Desarrollada como tendencia de consumo en ciudades como Barcelona o Nueva York, la limonada retorna y pisa fuerte en Buenos Aires, como nueva alternativa saludable y económica de los bares porteños. Esteban Salgado, dueño de Café Salgado y Soledad Napal, encargada de Café Crespín, cuentan a Multitaskers sus experiencias y el desarrollo de la limonada en sus negocios.
¿Por qué el retorno? Las nuevas modalidades de consumo de alimentos saludables y bebidas sanas influenciaron en el crecimiento de la limonada como un trago alternativo. De acuerdo a Napal, “la tendencia de las aguas saborizadas en general hicieron que bebidas dulces no gasificadas encuentren rápidamente un mercado. Sumándole en este caso que es tan saludable y natural, el consumo creció rápidamente”. Por su parte, Salgado agrega que el ser “una bebida casera con la posibilidad de hacerse sin ningún agregado de nada que no sea natural”, hizo que se convirtiera en tendencia “rápidamente”.
Rompiendo con la exclusividad de las bebidas carbonatadas, como bebidas no alcohólicas líderes en ocasiones de consumo social, la limonada se ha convertido en el fuerte de las bebidas no gasificada que aumenta y atrae clientes. La encargada de Café Crespin, afirma que la incorporación de refresco, “contribuyó mucho y fue elogiada desde el primer día” y que además, influyó a la incorporar nuevas bebidas: “Al principio teníamos solo de limón y a pedido de la gente fuimos haciendo variantes con maracuyá o pomelada”. Diferenciarse es la clave en una ciudad que tiene cafés casi en todas las manzanas.
La reinstalación de la limonada no es casual. La Argentina es uno de los principales productores y elaboradores de limón del mundo. Cerca del 80% de la producción total se concentra en la provincia de Tucumán. A pesar de sufrir una baja de casi 50% de la producción en 2014, en relación al año anterior, primero por heladas y luego por altas temperaturas, según cifras del gobierno de Tucumán, la cosecha del limón en la campaña 2015, según los especialistas, superará los valores del año previo.
Junto con otros ingredientes como el jengibre, menta, hielo y azúcar se forma esta bebida que ha crecido en los bares como nueva alternativa. Los negocios buscan nuevas opciones y variaciones en sus menús para atraer y mantener la clientela, luego que en 2014, según cifras gremiales, tuvieran que cerrar sus persianas unos 260 bares y restaurantes. Para algunos, la solución pasa por una idea: volver a los clásicos.
La limonada “era una bebida que no era tan famosa como ahora en los restaurantes porteños, si bien la encontrabas en algunos lugarcitos. Nos pareció el acompañamiento ideal para un almuerzo liviano”, cuenta Napal a Multitaskers. Luego, afirma que es una opción que “la consumen todos, sin rango específico de edad”. Para Salgado, por ejemplo, es un producto que lo ingieren “los jóvenes, pero que se fue ampliando a los mayores y niños”.
La limonada resurgió no solo por ser refrescante y económica sino que también por sus propiedades características. El limón es originario del sudeste asiático y es una de las frutas más completas, del cual contiene, entre otras, vitamina C y minerales. Los clientes lo saben, en especial entre quienes buscan mantener un estilo de vida sustentable y sostenible.
“Es una refresco natural, no tiene conservantes y la nuestra se hace con jengibre, que tiene muchas propiedades buenísimas para la salud. No tiene agregados artificiales y tiene un sabor único, que no se puede igualar a las bebidas industrializadas. También está hecha en el día”, asegura la encargada de Café Crespin, de Villa Crespo, al agregar que vende “aproximadamente 140 litros por semana”. Por otro lado, Salgado confirma que vende, desde que surgió cuando abrió el restaurant en 2006, “alrededor de 66 litros mensuales y siempre fue la misma limonada”
La reaparición de la limonada tiene su efecto a partir de las aguas saborizadas. Según cifras de Euromonitor International, en Argentina, el agua embotellada saborizada ha estado creciendo a un ritmo constante en el último tiempo: en 2014 se consumieron más de un millón de litros de agua saborizada, frente a los 688.000 de 2009, gracias a que se han añadido nuevas innovaciones, como sabores y tamaños, además de implementarse una estrategia de precios más agresiva.
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