Las emociones sirven para establecer una posición con respecto al entorno y nos acercan o alejan de ciertas personas, acciones o ideas. Éstas varían de acuerdo a los individuos, los grupos y las culturas y no conocerlas íntegramente puede ser un gran problema para los líderes de negocios. Para lograrlo, los expertos recomiendan desarrollar la inteligencia emocional, que permite hallar las herramientas necesarias no solo para reconocer las emociones, sino también para aumentar y rectificar el liderazgo como jefes o empresarios.
Por el contrario, decidir en base a la emoción puede ser o no un problema para los líderes de las empresas. “A veces, decisiones tomadas en medio de por ejemplo, la ira, nos conducen a un lugar donde no quisiéramos estar; pero otras veces, es precisamente esa decisión bajo enojo, la que nos saca de ese mismo lugar”, dice a Multitaskers Luisa Mayoral, profesora titular de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, al considerar que la cuestión es más bien “el ´qué´, ´cuánto´ y ´cuándo´ estamos decidiendo efectivamente, si decidimos en base a la emoción”.
Bajo la misma lógica, Cristina Perrucci, directora de CoCrear, un centro de coaching ontológico, cuenta que es muy importante trabajar “en poder tomar conciencia de nuestras emociones, prestarles atención y reconocerlas” y ratifica que las emociones están a “nuestra disposición y son fuente de una información importante para aquel que sabe leer lo que le dicen, y saber cómo llevar a cabo la incorporación de esa información con efectividad”.
"Quien sabe escuchar las emociones propias y ajenas, cuenta con un gran caudal de información de primera mano y anticipada.”
Por otra parte, Abel Cortese, instructor, conferencista y director del Portal de Inteligencia Emocional, entiende que “no se debe tomar una decisión permanente por una emoción temporal”, pero sostiene que si se necesita hacerlo, lo primero que debemos hacer es “calmarnos, respirar hondo, salir a caminar un rato, sin pensar en nada, sentir que el cuerpo ya no está agitado, no está crispado, sentir la respiración tranquila y luego volver al lugar a tomar contacto con la decisión que debemos afrontar”.
La modalidad de realizar seminarios para poder desarrollar e implementar la inteligencia emocional, dejó de ser una actividad exclusiva para las grandes empresas. Ahora, cada vez más pymes lo implementan. Así lo confirma la directora de CoCrear: “Hasta hace unos años, solamente las grandes empresas, sobre multinacionales implementaban estos programas. Afortunadamente hoy las pymes, algunos organismos gubernamentales, algunas escuelas han comenzado también a tomar estos entrenamientos “.
La inteligencia emocional se emplea en diferentes tipos de ámbitos. Pero es en el ambiente laboral donde más necesitamos aplicarla. ¿Cómo lo hacemos? Según Cortese, hay diferentes formas: “Podemos desarrollarla a través del compromiso consciente de parte de los líderes de una empresa para mejorar el clima laboral a través de competencias emocionales o también, el refuerzo periódico de lo aprendido y practicado a través de espacios de reflexión y feedback como las reuniones de equipos para intercambiar pareceres, sentimientos y emociones”.
Para Mayoral, la inteligencia emocional “tanto personal como inter-personal” es de “vital importancia en el ámbito laboral” y aclara que el puntapié inicial es “darle a las emociones y a los sentimientos un lugar dentro del trabajo”, ya que negarlos o tratar de que queden en la puerta de entrada, “sólo han contribuido al aumento del conflicto en todos sus niveles”.
Desarrollar efectivamente la inteligencia emocional en los campos profesionales permite no solo alcanzar una comunicación eficaz, sino también la obtención de objetivos: “Las emociones inciden e impactan constantemente en la comunicación. Y la comunicación es parte de la constante coordinación de acciones que nos acercan o nos alejan de los objetivos que nos propusimos. Y en esto he tomado uno solo de los múltiples parámetros que mueven a una empresa hacia el logro de los resultados que esperan”, añade Perrucci.
Los especialistas coinciden en que son cinco las aptitudes comunes propias de la inteligencia emocional: la autoconciencia, el control emocional, la motivación, la empatía y las habilidades sociales. Cada una de ellas, según director del Portal de Inteligencia Emocional, “se las puede tomar contacto mediante herramientas, técnicas, tests, ejercicios y lecturas”, y asegura que “la más importante siempre tendrá que ver con el contexto”. Además, advierte que es muy difícil “desarrollar habilidades emocionales sin autoconciencia”.
Para la iniciadora de CoCrear, las pymes necesitan “todos y cada una de esas competencias” ya que le permitirán “reconocer las emociones en cada uno de los integrantes del equipo de trabajo y saber tramitar esa emoción de modo que genere un aporte tanto para la persona en cuestión como para el equipo”. Aconseja también “escuchar las emociones”, porque quien sabe “escucharlas” cuenta con un “gran caudal de información de primera mano y anticipada”.
Por otro lado, la profesora de la Universidad Nacional del Centro, divide las aptitudes en “esfera interpersonal” y “esfera intrapersonal” e indica que reconocer y vivenciar todas “contribuyen a crear un ámbito de trabajo más sano y productivo” y quien ejercite su inteligencia emocional tendrá “más capacidad de automotivarse y motivar a los demás, de manejar su propio estrés y las conductas provenientes del estrés de los demás, de trabajar en equipo y de liderar proyectos”.
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